Esperando lo inesperado

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Llegue hace unos momentos a la academia de greenwitch, pero en lugar de encaminarme a la entrada principal decidi llegar al bosque. Decir que fue premeditado seria mentir porque mis pies tomaron la iniciativa y de repente estaba entre arboles. El inconfundible aroma de la tierra y las plantas me recordaban lo que una vez fue mi hogar. Todavia siento el dolor de la partida y del rechazo, pero cada momento es menor a como fue al inicio. Me recargo en un arbol en lo que pienso la ironia del asunto. Ayer me dolio que me echaran, mañana les dolera mi regreso.
Sonrio. Es un pensamiento agridulce, pero aun asi me da cierta tranquilidad. Solo falta que en este internado de fenomennos paranormales encuentre a alguien que me ayude y estara todo listo para mi regreso, mas aparte concluir mi educacion magica. No he sido una buena alumna desde nunca, por lo que va a ser todo un reto aplicarme a estudiar. Pero si quiero cobrar venganza debo hacerlo...
Escucho unos pasos suaves sobre las hojas caidas. Me agacho, agarrando mi arco y tomando una flecha rematada en plumas, la preparo para lo que sea que se acerque. Camino unos pasos en direccion contraria al viento para que eso no me huela antes de que yo lo vea.
Un venado. Rapidamente suelto la flecha, que va a parar en la tierna piel del animal. No logra ir muy lejos, esta herido y por mucho que su muerte me duela en lo profundo tengo que comer, no lo he hecho desde que me echaron de casa.
Me acerco al animal, dispuesta a rematar mi tarea.

Invitado

Quise pasar un tiempo a solas en el bosque, por lo que sin decirle a nadie, me encaminé a Death Island yo solita (que obvio) para meditar sobre la inmortalidad del cangrejo o, en este caso, sobre Artes Oscuras. No era que me diera miedo la materia, porque en sí la encontré muy entretenida y llena de trucos para sobresalir en la vida. El problema surgía cuando me ponía a pensar en las posibles consecuencas de tomarlo todo tan a la ligera, como era yo.

Caminando entre los árboles hacía un ruido de los mil demonios, el ser sigilosa no es algo que domine a la perfección, pero al menos lo intento... y fracaso estrepitosamente. De pronto, entre los sonidos de mis pies, escucho un quejido extraño que viene de más adelante de mi.

-Peso ligero -murmuro apuntando a mis pies, no quiero alertar de mi llegada a lo que sea que está ahi. Me acerco en silencio, sigilosa, hasta ver entre los árboles a un pequeño e indefenso venado, quien se debate por incorporarse del suelo, algo imposible ya que tiene una saeta clavada, la cual debe producirle un gran dolor. A unos metros de él se encuentra una joven de apariencia extraña, mira al animalito con una extraña mezcla de ansiedad y de pena. Intento expandir mi mente hasta la suya, pero me es difícil lograrlo, está muy concentrada en... ¿dolor?

Me sobresalto. En efecto, es un profundo dolor lo que siente, algo que la carcome por dentro y que me impide vislumbrar lo que piensa. Me muerdo los labios, debo salvar al ciervo que está frente a mi, pero también estoy petrificada por el dolor que siente la chica. Me retraigo hacia mi interior, intentando apartar el dolor de mi mente.

-¿Qué haces? -avancé unos pasos hasta hacerme visible, utilizando la voz mas tranquila que pude utilizar y mostré una actitud de sorpresa hacia ella-. No piensas dejarle morir, ¿verdad?

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Me fijo en la chica que esta frente a mi. Su pregunta es muy familiar, demasiado para dos perfectas desconocidas. No la he oido acercarse lo que me da un mal presagio y me hace enfadar. Pero no tengo que mostrar debilidad y menos frente a alguien desconocido, si hasta los conocidos llegan a traicionarte, que no hara un desconocido? Podria responder con un simple que te importa? pero no creo que sea lo correcto, al menos no de momento.
-Cazo.
Me acerco mas a mi presa, ignorando el dolor que siente y que me transmite. Vuelvo a tensar el arco y saco otra flecha, apuntano a la cabeza del venado.
-quien eres tu?
Hay una poca de amabilidad en mi voz pero tambien dejo ver mi desconfianza hacia esa rara chica. Seguramente otro fenomeno como yo, no hay duda. Aparte es mas alta y bonita que yo. Sabra algo del mundo como lo se yo?

Invitado

-¿Cazas? ¿Para qué? -me ha dejado perpleja. Así que esa era la criatura que había herido al ciervo. Medité unos momentos en la pérdida que eso significaba, la cocina estaba llena de alimentos-. Soy Amara, mucho gusto.

Me acerco más a ella, sonriendo con cordialidad, ya que no me ha pasado desapercibida la mirada de desconfianza que me da.

-¡No lo hagas! -me sobresalto, ya que la chica ha sacado otra flecha para rematar al ciervo. Me había dicho que cazaba, pero no me lo tomé en serio. Saco mi varita, pero la mantengo oculta en el pliegue de mi blusa, para que no la asuste más-. Está indefenso... y yo te puedo mostrar dónde hay comida.

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Medito un poco sus locas palabras
-gracias querida pero me gusta mas obtener mi alimento yo sola -le contesto sin dejar de apuntar al animal a la cabeza. Un golpe fuerte ahi y no tendra mas sufrimiento ni nada por el estilo. Lo envidio por un momento pero la promesa de venganza me impulsan a expulsar tal sentimiento de mi mente
-a proposito yo soy Ixchel -puede que ella me ayude a mi plan. No lo creo. Se ve demasiado buena y delicada, como si nada la llegara a afectar nunca. Suelto la flecha esperando la muerte del venado. La muerte del dolor que me mata por dentro

Invitado

Sus palabras me hacen enfadar. ¿Es que no entiende que podemos evitar la muerte de un ser sin pena ni culpa? ¿Acaso se quiere hacer la fuerte? Negué un poco, sin borrar la sonrisa de mi rostro.

-Mira, Ixchel... -comencé a replicar cuando advertí el ligero movimiento de sus manos al tensarse. Justo cuando soltaba la flecha yo reaccioné-. Repulso -casi grité, enviando al proyectil lejos de nosotros tres.

Me acerqué corriendo al ciervo, sin apartar los ojos de la chica que estaba frente a mi, me agaché y le quité la saeta, esperando que no fuera demasiado tarde todavía.

-Episkey -murmuré para parar la sangre que salía a borbotones de la herida-. Vete -le ordené sin saber muy bien qué hacer, sé que no me pueden comprender.

Me volví a Ixchel.

-Lamento haber liberado tu cena -le restregué en la cara con una nota de enfado en mi voz-, pero no puedo permitir que, por capricho, hagas algo de tamaña magnitud.

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me enfado pero en lugar de mostrar mi furia interna sonrio. Amara es alguien interesante, dispuesta a provocar la furia de cualquiera por aquello que cre correcto. De todas maneras tiene una varita en la mano y a diferencia mia parece que sabe usarla.
-no te disculpo. Pero de todas formas creo que me caes bien -tenia que agradarle al menos para que me llevara al lugar donde comeria algo. Me senti alegre por que el venado se hubiera ido. No me agrada matar para comer. No me agrada ser insencible. No me agrada ser como soy ahora. Sonrio abiertamente intentando hacer que la chiquilla baje la vara.
-me llevaras a las cocinas?

Invitado

La actitud de Ixchel me sorprendió y dejó sin habla unos momentos. ¿Es que esa chava era bipolar o qué onda? Tuve que sacudir la cabeza, mareada, pues ni siquiera sus pensamientos interiores eran legibles para mi. Si quería obtener algo en claro, debía sacar el agua cristalina del pantano, me dije, y nada mejor que lograr que Ixchel se sintiese bien con lo que fuera que la hubiera dañado.

-Por supuesto que te llevo -mi sonrisa no logró atenuar mi sorpresa, más bien me vi boba con ella-. Incluso puedo presumir que comerás algo más sabroso de lo que querías -agregué con orgullo.

Guardé mi varita nuevamente y comencé a caminar directo al bote que había dejado en la playa sercana. No convenía seguirle mostrando alguna arma con ese arco y esa flecha... la saqué de nuevo, temerosa de algún proyectil.

-Sígueme, vayamos a la Academia -le pedí con jovialidad.