Pura maldad ( Markus)

San Diego, California, meses atrás.

Solía ser molestado por Brighton, el chico más popular en la escuela. Siempre que me veía, era víctima de un golpe suyo, o de una humillación gratis. Eso era de todos los días. Ser el desahogo de muchos adolescentes frustrados y cobardes, era el pan de cada día, y cada vez los odiaba más. Esa noche del baile de graduación, era la vez que me volví loco, de ira, de rabia, de poder.

Ni siquiera disfruté el baile, ni siquiera un poco. Solamente la comida, y la poca que dejaron, ya que los bribones del equipo de futbol arrasaron con todos, lidereados por el imbecil de Brighton.

Alguna vez soñe con esto, vengarme del más imbecil de los jugadores de futbol. Cerca de ahí había un muelle, así que salí a tomar algo de aire, para poder quitarme el hedor de ese baile lleno de hipocresía. Y ahí me encontró Brighton, quien comenzó a molestarme de nuevo. Me tiro al suelo un par de veces, y forcejeamos.

- Idiota, por qué no me dejas en paz?- Le gritaba mientras trataba de defenderme.
- Callate marica, y pelea como hombre- Me golpeó una vez mas la cara.
- Yo no te he hecho nada- Le di una patada en su espinilla, y traté de escapar, cuando tomó de mi pierna y caí de boca.

Jamás olvidaré ese momento, cuando tomé una piedra cerca de mí, y a duras penas le pude golpear en la cabeza. Cayó al suelo, mareado por el golpe, y en un arranque de ira, tome una piedra más grande, que apenas mis manos podian cargar, y como arte de magia,mi primer poder despertó, y se movio sola, y lo dejé caer en la cara de Brighton. Lo maté al instante.

Arrastré su cadaver hacia la orilla del mar, pero tuve miedo en ese momento, era obvio que iban a descubrirme. De la nada, un hombre con una voz grave, levanto una mano, y haciendo un movimiento de dedos, fulminó en cenizas a Brighton.

- Este será nuestro secreto- Me dijo esa voz.

Actualmente.

La escuela era un desastre. Este muelle era mi lugar de refugio. Me había ganado la repulsion de todos, y con justa razon. En ese momento, mi cabello morado con negro se comenzaba a mover al ritmo del viento. Muchos me decian "el chico del cabello raro", y otros hasta se reian de mi estilo rebelde. Me quede pensando profundamente en Brighton, en que no me arrepentia de lo que habia hecho, y que ese era el secreto que me llevaria a la tumba.

Una sed que no es comparable con aquella que se sacia con agua o una buena copa de vino, ardía en mis venas, mi control sobre el monstruo que habitaba dentro de mí estaba empezando a flaquear, necesitaba ayuda de mi maestro, pero él al parecer se había olvidado de mí, había otras cosas que le importaban más, haber venido a este lugar, según mi sentido crítico fue la peor idea, hasta ahora no había obtenido ningún beneficio... un poco de diversión tal vez, pero no me era últil, no era suficiente y unicamente aumentaba mi deseo de matar, de poseer a la muerte y convertirme en ella, de jugar con las almas de los seres vivos y reclamarlas como mías.
Los gritos de agonía y sufrimiento que en algún momento habían desgarrado las gargántas de mis víctimas perforaban mi cabeza, sus sonrisas dulces, deleitantes se desvanecían lentamente, el efecto siempre era pasajero.

Permanecer dentro de ese maldito lugar, que era el colegio, me volvía loco, miradas curiosas, cuchicheos poco discretos... Yo les atraía como ellos a mí, pero pese a la lejanía de mi maestro, le debía lealtad ante todo y no convertiría este paraíso escondido en un infierno mortal.
Salí, podría atreverme a admitir que estaba huyendo de mis realidad, pero no lo haría ni siquiera inconcientemente, tenía un orgullo que defender, un orgullo que valoraba, pues quizas era lo único bueno y humano que quedaba dentro de mí, era difícil deducirlo de alguna manera convencional; a veces ni siquiera se quien o que soy.
Caminé sin rumbo, alejándome de las personas, su presencia era peligrosa y la mía cerca de ellos era mortal.
Buscaba un lugar tranquilo donde pudiera cerrar los ojos y tranquilizarme antes de volver a mi farsa, la soledad era una buena guía en estos momentos, lo mejor que pudiera pasarme.
El olor de la vegetación tropicarl y el viento húmedo cambiaba lentamente conforme avanzaba, pronto la brisa se volvió salada y el ambiente fresco, sin verlo siquiera pensé inmediatamente que había llegado hasta el mar, observé alrededor mío y descubrí el muelle como paisaje de fondo. Me senté en el suelo y cerré los ojos con pesadumbre buscando máxima concentración.

Abrí abruptamente los ojos cuando un deseo fascinante de venganza, ira, odio y rencor se apoderó del lugar; los sentimientos no me pertenecían a mí, me eran completamente ajenos, aunque no por esa razón dejaban de ser deleitantes.
Muerte...
Busqué el origen de aquel oceáno de sensaciones; no me había dado cuenta pero alguien estaba ahí compartiendo el mismo espacio que yo, a pocos metros, una figura insignificante, incluso ridícula. ¿Como [i]eso[/] era capaz de poseer aquello? Se tornaba como una broma muy graciosa, pero era verdad, aquel chico insignificante estaba corrompido por la maldad aunque no en su pureza real.
Seguí observándolo con curiosidad.

Me cruce de brazos, y segui recordando esa escena donde Brighton murio en mis manos. No me arrepiento. Se lo merecía ese malnacido. Ahora de seguro de pudre en el infierno. Me peine mis cabellos extraños, y deje que se siguieran moviendo.

Luego recordé eso que hice, cuando asesine a la amante de mi padre, cuando ese hombre que me dio la vida me habia arruinado mi mundo, mi familia, merecia ser castigado. Lo único que me consolaba era que estaba lejos de casa, de todos ellos, de ese tiempo en que no tenia salida alguna.

Observé que una persona me miraba con curiosidad. Luego traté de evitar la mirada, no lo conseguí. Su mirada, a lo lejos, me estremecia. Era como una extraña química. Eso no me detuvo a lanzarle una rosa por medio de una cortina de humo. Era mi flor favorita, la rosa negra, hice que lentamente en forma de nube apareciera entre sus manos.

Le hice un ademan al estilo militar, saludando con la mano a la altura de la cabeza, firme, y despues volvi a voltear hacia el mar.

Extrañado miré lo que había entre mis manos y que antes no se encontraba ahí, era una rosa, oscura... prefererí no entender el mensaje ademas de ridículo y probablemente absurdo, sin sentido. Observé la flor tan viva pero a la vez marchita. Una sonrisa se dibujó en mi rostro.

Cerré mi mano en un puño sobre la rosa y la destruí con satisfacción. ¿Porqué? ¿Cuál era el motivo? No lo se, pero había sido una necesidad urgente, un impulso simplemente natural y disfruté observando como los pétalos destrozados eran liberados de mis manos y el viento se los llevaba y jugaba con ellos así como yo jugaba con las almas de los humanos, ellos eran débiles el viento devastador; lo mismo ocurre con los humanos... son frágiles y yo un monstruo asesino.

Ley de la vida: los fuertes dominan sobre los débiles.

Me puse de pie y me dispuse a irme de ahí, pero algo en la esencia de aquel curioso muchacho me llamaba; paré mi marcha y desvié mi rumbo en dirección al chico, me paré a sus espaldas y lo observé críticamente, su alma estaba podridad. Maravilloso.

-¿Cual es tu nombre? -le pregunté en voz baja pero lo sufientemente alta para que me escuchara por sobre el sonido agitado del mar.

Una rosa negra, era una simple pretención de querer llamar su atención. Lo había visto en las películas, sobretodo cuando una rosa negra significaba desearle la muerte a otro. Yo no, era mi muestra de interés en conocer a esa persona, sobretodo cuando sentía que era poderosa, vaya, era una reverencia.

Esa voz que me hizo temblar por un momento, fue además la más agradable que hubiera escuchado- Mi padre me dijo que no hablara con extraños- Le respondí fingiendo un tono despectivo, despues me cruce de brazos, y voltee un poco la cabeza para mirarlo. Su belleza era impresionante, así que me dí la vuelta para contemplarlo aun más.

- Pero mi padre me importa un comino- Le sonreí malévolamente, y me incorporé- Soy Brook Hedare, de la casa Sturu, y tu?- Despues de eso bajé la guardia, y me mantuve listo para poder iniciar una conversacion, estaba aburrido, asi que no me aleje para nada.