acompañando en la espera (Noi y Pablo)

Fui a la enfermería para visitar a los heridos del incidente, tranquila y parsimoniosamente entre, para mi sorpresa sentada al lado de un durmiente Pablo, estaba Frau Noire, en una desvelada y preocupante espera, somnolienta mirando a Pablo estaba, le toqué el hombro -creo que debería relajarse un poco señorita Noire- dije sonriéndole bonachonamente -¿quiere tomar te?- le ofrecí con una taza en la mano

Los sucesos de aquella noche aun no eran del todo claros... No sabía como había llegado al punto en el que estaba ahora...
Como era que mi galán misterioso quien había evocado en mí pensamientos de Pablo durante toda la noche hubiera resultado ser justamente Pablo.
Mi mente o lograba unir completamente los trazos de esa maravillosa noche que había terminado en desastre. Sobre todo no lograba asumir, que había admitido mi amor para perderlo esa noche...
No, no era justo... No era posible...
Pero era real, era cierto. Era mi realidad ¿Y ahora que me quedaba?
Nada...
Nada más que las esperanzas de verlo despertar, esperanzas que se comenzaban a quedar heladas, a congelarse junto a mi corazón cada vez que La profesora Maggi pasaba junto a él y negaba con la cabeza. Y no quería perderlo, yo quería... Sólo verlo soltar una ironía una vez más... o verlo sonreír de soslayo tratando de que no se le notara...
No me importaba, ya no me importaba que me correspondiera, sólo quería verlo caminando. Ver que iba a seguir su vida... Nada más.
Llevaba ya más de semana y media acá, durmiendo en el sillón que había invocado junto a su cama sólo de forma esporádica e inquieta... Cada minuto podía ser vital para él...
Y por suerte las clases aun estaban suspendidas por el incidente y yo tenía mis libros acá...
Pasaba cada momento en que la siempre presente fiebre le bajaba leyendo junto a él, estudiando, o susurrando poesía en su oído... Pablo siempre había disfrutado leer...
Aunque no sabía cuales eran sus libros favoritos, o su autor, ni siquiera sabía el genero que mas le gustaba... ¡Que poco sabía de él!... Había aun tanto que necesitaba descubrir de él, que simplemente no podía dejarme, no podía... No sería justo...
Suspiré mientras un gemido se escapaba de mi boca y mi cuerpo se hundía mas en mi butaca.
Tenía hambre, ya había olvidado la hora de mi comida seguramente hace un par de días, y la falta de sueño no era necesariamente una ayuda en estos momentos...
Tenía que ir a la cocina por comida, y simplemente detestaba cada momento que pasaba lejos de la cama de Pablo. Sin saber que podría pasar en mi ausencia...
Ya estaba casi preparada para levantarme cuando el profesor Sun entró en la enfermería, No pude evitar que una leve sonrisa se formara en mi semblante, el profesor Sun era casi como el abuelo que nunca había tenido…
Nunca olvidaría los años que había sido mi profesor privado, habían sido unos de los mejores...
-Hola- saludé, y no me gustó el sonido de mi voz... Demasiado frágil.
Quise negar la tasa de té, pero sería mal educado y además, hace un tiempo que no hablaba con nadie... Las ultimas veces que había pasado alguien por la enfermería Pablo tenía la fiebre demasiado alta y yo no me había parado a conversar.
Además si no me comportaba "normal" podía decirle a la Profe Maggi... Y ella ya llevaba varios días intentando hacerme salir de la enfermería...
Intenté poner la mejor de mis sonrisas en mi rostro.
-Esta bien, tomemos té- le dije intentando sonar lo más animada posible.


(sorry si hay faltas de ortogafía... ando un pelin apurada xD )

Claro era que la joven estaba en una situación difícil...le serví té de jazmín, es lo mejor para subir el ánimo -Tómese eso señorita Noire, le sentará bien- dejé la tetera lentamente de lado y la miré mientras tomaba un tímido sorbo -¿Quiere compartir algún sentimiento?¿Necesita alguna ayuda?- era obvio por lo que estaba pasando, yo también fui joven...por eso tenía que ayudarla a apaciguar su sufrimiento...no podía mantenerme al margen de un alumno que necesitaba mi ayuda, mucho menos si era la señorita Von Katerik...

Mis ojos se abrieron por la impresión instantanea, por momentos me vi tentada a hablarle de lo que me tenía afligida, de mi motivo de contante tormento desde lo ocurrido esa espantosa noche...
Pero, no... Tenía que ser fuerte y preocupar a alguien con mis tonterias, en especial si era un profesor probablemente sólo contribuiría a que me sacaran de aquí pronto y eso era algo que no pensaba permitir por nada del mundo...
-No gracias profesor, no necesito ayuda... estoy perfectamente, sólo un poco cansada- me vi obligada a extender mi explicación tomando en cuenta que podrían darse cuenta de que no estaba durmiendo lo suficiente (la profesora maggi había puesto mi descanzo como una de las condiciones necesarias para dejarme quedar)
-Sucede que anoche me estaba leyendo un libro buenisimo y pues se me pasó la hora- sonreí sintiendome asquerosa por la mentira, detestaba mentir, aunque no fuera con ninguna mala intención.

-Entonces debería irse ¿no cree?- dije mientras me sacaba las gafas y las limpiaba, acto típico de momento de seriedad -Esta acompañando al señor Salazar, que está en un estado deplorable, la lógica dice que si el está mal y usted esta bien, no está preocupada por él...sería bueno en ese caso que se vaya- estaba claro el problema que había aca... pero si ella no admitía el problema, poco y nada podía hacer yo para ayudarla.

Las palabras del profesor Sun impactaron como mazas en mi conciencia...
- Yo... es que... sólo...- un sollozo contenido raspó mi garganta, he intenté aclarar mi voz antes de hablar.
-Estoy preocupada, mucho... no puedo dormir o comer bien, pero no tengo idea de que hacer. Cada segu...- respiré hondo...
-Cada segundo...ah, sólo estoy un poco preocupada, nada serio... No podía, no podía revelar todo lo que en mi interior me destrozaba, ni siquiera a mi profesor favorito...
No podía, simplemente no...

-Claro que no es "solo un poco", no se me escapo nadie en la fiesta, menos ustedes dos- dije sonriendo, la profesora Mackenzie ya me dijo que se pondrá bien, sólo duerme por el esfuerzo desplegado...y claro...por ser lanzado contra una ventana y volar varios metros, pero se le pasara- le puse una mano en el hombro y le dirijí una mirada profunda, que decía mas que mil palabras -...tomese el té, se va a enfriar y lávese la cara, no queremos que Pablo al despertar la vea así ¿cierto?- le dije con una sonrisa -y con él...sea honesta, las plantas que no se riegan, nunca florecerán como deben-

Creo haberme sonrojado hasta la raíz de mis cabellos, ¿Como sabía el profesor todo eso? y aun más importante... Si Pablo en realidad despertaría pronto, yo sólo había exagerado, me sentía tan tonta… Y aun a continuación, si Pablo despertaba. ¿Ser sincera con él? ¿Qué era ser sincera con él? ¿Declararme? No, seguramente él ya no querría verme más luego de lo ocurrido, una inútil, eso era yo... Completa y enteramente una inútil, y que yo supiera… a él no le agradaba la ineptitud.
Así que, definitivamente estaba fuera de tema que yo le dijera algo tan vergonzoso como el hecho de que lo amaba tanto que me dolía, que había creído morir cuando vi su cara tras la mascara, que ya apenas me consideraba capaz de existir sin escuchar su voz, o sentir su presencia, pero no, él estaba fuera de mi liga, me detestaba y apenas se le hacía soportable mi compañía gracias a Jae, y yo no había hecho nada más que pelear con él en todo momento, definitivamente no era posible que le gustara yo a él, independiente del sentimiento que ahora resquebrajaba mi corazón...
Aunque, ¿Acaso no había dicho él que yo le gustaba en la fiesta? ¿No me había confesado todo lo que sentía escondido tras esa mascara? ¿No nos habíamos besado?... Los recuerdos de ese momento me invadieron como tantas otras veces, haciendo que mi corazón se estremeciera profundamente ante semejante tormenta de sentimientos... Yo no había sabido que era él. Pero él si supo todo el tiempo que era yo...
Una pequeña esperanza empujó mis barreras... Después de todo, puede que yo fuera sincera cuando él despertara, puede que yo... regara las plantas para que florecieran después de todo...
Una sonrisa ligera recorrió mi semblante, miré al profesor con ojos llenos de emoción. Apenas era creíble que él con un par de palabras lo hubiera reparado todo, apenas lo podía meter en mi cabeza, pero definitivamente así era, me sentía mucho mejor que hace un par de minutos y no tenía nada que ver con el té de jazmín.
Dejé la taza de lado e impulsivamente abracé al arrugado viejito, sintiendo el cariño que mi familia nunca me entregó.
-Muchas gracias profesor Sun, de verdad... Yo estaba... muy perdida hasta ahora, no sé como podría agradecerle esto, sólo…muchas gracias- Mi sonrisa era deslumbrante y con un ademán de mi varita limpié mi cara y mis ropas, seguía teniendo hambre, pero mi perspectiva había mejorado mucho con las palabras de Sun, muchísimo.
La profesora había dicho que Pablo despertaría pronto, el iba a despertar y yo iba a ser sincera con él. Las cosas no podían pintar mejor. Aunque él me rechazara yo estaría feliz, porque en este momento tenías esperanzas, yo lucharía por lo que sentía, por primera vez, lucharía por algo, sólo porque yo lo deseaba así…

la señorita Noire se me arrojó como si aún fuera esa pequeña niña que conocí en Alemania, quizás ahí radicaba su problema...aún era la niña que conocí en Alemania, una niña que se transformaba en adulta, mas no una alumna de la academia, ella venía de un mundo diferente.
Le acaricie el pelo paternalmente -No hay de qué jovencita, entre nosotros...sabe que siempre podrá contar conmigo, pero será nuestro secreto- le dije mientras le sonreía -Para cualquier cosa que necesite...- dije pensando en el tutor que ella necesitaría para adentrarse en el ambiente -Sobretodo si necesita ayuda para mejorar relación con sus amigos...incluso si se trata del más aventajado de todos ellos- le guiñe un ojo al hacer la alusión a Pablo, que dormía plácidamente en la cama.

Me quedé pensativa varios minutos.. Como de costumbre el profesor Sun iba un paso adelante en sus conclusiones, yo no me había adaptado bien al lugar, aun me sentía ajena y no podía evitar las constantes nociones de extrañeza que me invadían...
Además... Seguía pensando que esa noche debí ayudar más, y no lo había hecho... Miré al profesor con fijeza...
-Yo si, necesito ayuda... Aun no logró adaptarme del todo, y muchas cosas se me hacen extrañas... Extranjeras... Pero ¿Como superar ello?...-lo miré esperando a que el supiera la respuesta a esas preguntas, yo no lo sabía... mi sabiduría era corta, no me conocía a mi misma y menos tenía atributos para conocer a los demás... Tal vez si supiera lo que quiero, no habría tenido que pasar todo esto para darme cuenta de lo que sentía por Pablo.

Le sonreí con tranquilidad a Frau Noire, reflexionando sobre lo que me comentaba, toda sabiduría es amplia y a la vez corta. Y no hay tema que no merezca reflección, y no hay reflección que no llegue a una respuesta. Miré a mi joven alumna fraternalmente...
-Todas las puertas parecen cerrarse con candado durante la tormenta, pero no es más que la ilusión del viento que empuja contra ellas. Usted ha estado últimamente bajo mucha tensión, siempre temiendo equivocarse en algo, creo que debería asumir alguna actividad extra curricular que la mantenga lo suficientemente relajada como para que sea capaz de comunicarse adecuadamente con su exterior ¿Qué le parecen unas clases extras de Alquimia? Según recuerdo es uno de sus ramos fuertes- Le recomendé apaciblemente, el hecho de que las clases la calmaran (como si mi memoria no fallaba, de hecho lo hacían) era casi nada más que un distractor, pero teniendo a la Señorita Katerrik más cerca, tendría mas que hacer por su caso. Es deber del maestro enseñarle al alumno aquello en lo que fallé, aunque esto sean relaciones sociales.

Lejos, en la bruma de un océano inalcanzable por el hombre… por la conciencia y sobrellevada en el delirio de sueños rotos… pesadillas renacientes de un mundo sobrenatural, desconocido pero real, yacía mi mente; no recordaba forma alguna, no recordaba que era. La confusión se apoderaba de cualquier pensamiento razonable y me obligaba a creer que la pasibilidad de la llamada muerte había sucumbido sobre mi en algún momento determinado; no obstante, cosas extrañas sucedían en aquel espeso y recóndito mundo de penumbras: existían sentimientos aunque distantes y desconocidos, sensaciones que asemejaban al dolor y posteriormente a una tranquilidad amodorrante para después, cuando el cuerpo y también el alma, se habían acostumbrado a aquel delicado sosiego, volvía el peso abrumador y sofocante que me hacía desear emerger de la tiniebla o dejar de existir donde estaba existiendo; todo era un ciclo constante e interminable.
No podía afirmar que estaba solo, una presencia que me regalaba su dulce compañía en estos momentos de absoluta desesperación, un hermoso repicar de campanillas de cristal, una voz profesando la belleza que esperaba al final o fuera de este purgatorio, estaba a mi lado, en todo momento.
La cuestión… ¿Lograría llegar hasta la puerta que abría el camino que a su final de ninfas rebosaba?
Cuando –después de varios intentos vanos- rendido ante la posibilidad de su certeza y decidido a olvidar y recaer para siempre en aquel agujero negro, una fuerza invisible tiró de mí y una luz incandescente cegó mi mirada ya acostumbrada a la falta de esta.
Intenté enfocar cuan objeto multicolor me rodeaba, todo adquiría una extrañeza magnífica en conjunto con el manjar de armonías maravillosas y olores tropicales.
Inmediatamente quise ver mas allá de ese estrecho círculo y saber donde me encontraba; me incorporé con precipitación pero un filo imaginario y gélido como mil dagas atravesando la carne al mismo tiempo, me hizo regresar de golpe al suave lecho de sábanas frías; contra mi voluntad, de mi boca escapó un quejido que atravesó mi garganta y resonó aturdidoramente en las paredes de la habitación de paredes blancas.

Estaba un poco mas tranquila, la voz sabia y quebrada del profesor Sun traía consigo una paz muy especial, era un buen maestro y yo agradecía verdaderamente su ayuda, de todo corazón...
Asentí quedamente ante su propuesta, me parecía una estupenda idea, me gustaba mucho la alquimia y como había ya mencionado El profesor era un ramo que se me daba muy bien, iba a desistir e ir tal vez por algo de comer cuando un quejido a mi espalda me hizo volver como resorte a mi posición inicial...
¡Pablo!... lo miré, cada leve rayo de luz clavándose en su figura, iluminándola para mi, era hermoso, tanto como siempre y sin embargo ahora que volvía a presentar rastros de vidas, me parecía mucho más que ello, casi un sueño inalcanzable... sus ojos marinos, otro motivo de mi adoración. Yacían solo semi abiertos y una pequeña arruga entre sus cejas reflejaba su tensión a causa del muy probable dolor que sufría en estos momentos.
Sonreí como tonta, como si el mundo se hubiera elevado y mi alma se hubiera inflado, extrapolándose de mi mismo ser, llevándome a los limites de la absoluta euforia. Aquella que sólo obtienes cuando alcanzas un objetivo largamente perseguido. Sonreí como si el sol hubiera desaparecido y sólo una sonrisa mía pudiera iluminar la antes oscura tierra, sonreí como si lo hubiera obtenido todo y comprendido los motivos de la nada...
Mis manos se deslizaron con delicadeza, por sus mejillas y luego por sus hombros, sentándolo con cuidado...
-Pablo...- la palabra salió de mi boca como una exhalación, su nombre sonaba tan hermoso a mis oídos que casi hacía daño... Lo amaba, loca y definitivamente, por supuesto sabía, sabía que mi amor era estúpido e irresponsable... mi familia jamás lo permitiría, el y yo éramos muy distintos. Pero ya no podía negar más este hecho, no sufriría por la ausencia de un cariño que estaba tan cerca, y mucho menos lo haría sufrir a el... porque el había dicho que también me quería ¿no?
De pronto me entró una extraña inquietud, hace un rato que había sentado a Pablo y el no decía nada... ¿se habría vuelto a dormir? lo miré ansiosa, pero sus ojos cristalinos seguían abiertos. Alcé una mano, frágil vacilantemente... casi sin sentir hacia donde se dirigía y aparté un mechón de su cara con cuidado, su cabello estaba mucho mas largo, sonreí algo más reacia que hace un momento, tenía un mal presentimiento...
-¿co...co-mo...Estas?- le pregunté, mi voz tembló y sonó nerviosa, había identificado el problema... era su mirada, había algo... distinto en ella, quizás un toque ausente... y aquello de pronto me aterro profundamente ¿Que significaría?


(siento q no este muy bien jajajaj vengo llegando de la prueba y la inspiracion escasea xD)

Un temor mundano invadió todo pensamiento cuando descubrí lo perdido que estaba: la mente de aquel desconocido estaba en blanco… sí, desconocido, eso era exactamente, un alma ocupando el cuerpo de alguien vacío.
Intenté en vano conectar ideas, ni un pequeño indicio de que o quien era yo. El corazón empezó a latirme a un ritmo constante y desequilibrado, de verdad estaba perdido en un lugar en el cual probablemente no debería estar. Volví a observar en derredor mío, pero ningún recuerdo fue capaz de asomarse sobre aquella nube que opacaba la conciencia.
Escuchaba una voz, dulce y aguda… era una voz femenina; me di cuenta entonces que no estaba solo, en la habitación blanca había dos personas: un anciano de apariencia jovial, y, quien mas llamó mi atención, una chica joven, muy hermosa, de cabellos fogosos; creo que fue amor a primera vista. No me enamoré de su belleza evidente, si no de su voz, porque era el único recuerdo que tenía, la había escuchado donde quiera que estuviera y la escuchaba ahora, me pregunté porque nunca abandonaba ese tono de preocupación y porque su mirada estaba tan turbada.
Sus manos se posaron firmemente sobre mis hombros, mi corazón dio un vuelco, la tuve delante de mí, tan cerca… y su voz, tal vez se dirigía a mí de forma directa, sin embargo, no estaba completamente seguro.
-Pablo, ¿estás bien?
-Eh… ¿Pablo soy yo o el anciano? –pregunté, debía saberlo.
Mis labios esbozaron una sonrisa, se supone que se debe sonreír porque se está feliz y yo estaba feliz.

Era increíble lo rápido que las ilusiones podían ser desquebrajadas, era increíble lo rápido que el mundo acababa... Sólo un par de palabras y mi animo ya estaba de nuevo por los suelos... No lo podría creer ¿había preguntado quien era Pablo? ¿Amnesia o una broma pesada?
Me acerqué más a él algo temblorosa, de pronto necesitaba tenerlo cerca... porque me dolía, dolía la posibilidad de que hubiera olvidado todo, incluso nuestro desagradable primer encuentro...
¿Y si olvidaba también su forma de ser? ¿si Pablo dejaba de ser él?
Respiré hondo, necesitaba tranquilizarme, era muy probable que Pablo me necesitara en este momento... Le miré a los ojos, pudiendo ver aquella mirada tan... distinta, aunque eso siempre se podía deber a que se sentía extraviado.

-Profesor Sun, ¿podría por favor ir a buscar a la profesora Maggie?- le dijo neutralmente al anciano profesor, esperando que entendiera su indirecta, quería estar un momento a solas con Pablo... Si era posible.

Se dio la vuelta esperando que el profesor saliera, mientras alzaba la mano para quitar con delicadeza un mechón del rostro de Pablo...

-Tú eres Pablo...- dijo muy suavemente, casi como si temiera asustarlo...

-¿Estas bien?... ¿te duele algo?- preguntó pausadamente mientras lo miraba directamente a los ojos... finalmente respiró hondo e hizo la pregunta que en verdad quería hacer...

-¿Tú... Me... Recuerdas?- dijo con voz algo temblorosa... tenía miedo de esa respuesta, temía no tener la fuerza para resistir lo que próximamente saliera de esos labios que tanto añoraba.