"Dulce" Reunión Familiar (Familia Elfos,Kouran, Alexia)

La soledad, abrumadora, caprichosa, escandalosa, austera... La soledad, aquel sentimiento que en antaño se me antojaba un sueño imposible de mentes débiles y espíritus desplomados, ahora devoraba mi interior a velocidad vertiginosa, dejando en su ocaso nada mas que la acuciante necesidad, la acusiante necesidad de mirar unos ojos que se me antojaban a paraíso... necesidad de abrazar aquel cuerpo imposible... de amar, si amar a quien no debería...
Puedes matar, destruir, provocar, torturar... puedes romper cuanta regla se te cruce por delante para obtener lo que quieres... ¿Pero, si de pronto tus deseos de destrucción quedan a la intemperie... impelidos por un sentimiento de cause mayor?
Puedes matar al inocente, pero no puedes matar a la inocencia en ti, como no puedes deshacerte del amor que te devora desde tu centro...

Respiré hondo, aprovechando la oportunidad, ni siquiera eso podía hacer con naturalidad últimamente, el aire penetro a mis pulmones con su fragancia insípida...
No sabía que hacía para pasar el día a día con esta desesperación asfixiante, no podía con mi mismo, la culpa y el dolor me devoraban lentamente y lo peor...
Sabía que la única salida posible a mi dolor me estaba negada, y ya no por otros, si no por mi mismo...
Alexia, cuanto la necesitaba ¿En que momento ella se había convertido en mi razón para respirar, para pensar, para sentir? ¿En que momento había decidido mi cuerpo regirse por ella en lugar de por la física, o la física?
La quería tanto que estar lejos me dolía de una manera casi física, como un cuchillo enterrado en mi corazón, que se removía abriendo más mi pecho con cada nuevo recuerdo del daño causado...
>>Engendro... cuanto tiempo... En vez de estar hundido en tus patéticos pensamientos... Porque ¿No vienes a recibir a tu familia?<<
Todo el cuerpo se me quedó paralizado en donde estaba...
Esa voz, hace muchísimo que no la escuchaba...
Ellos aquí...
Pero eso era imposible...
¿Como podía ser?
Me dí media vuelta y comencé enseguida el camino, la dirección la sabía de manera instintiva...
Pero no lo podía creer... No lo quería creer

Antes de que me percatara mis pies me habían llevado a la mitad del bosque de D.I... y allí estaban ellos, mi dulce familia...

Los elfos vieron llegar al engendro que tenían la desgracia de tener por familiar, era una vergüenza una desgracia a su naturaleza... pero aun así resultaba útil en muchos casos...
Como en este... pensaron en su mayoría, ya todos sabian el plan, ya todos eran concientes de la situacion...
Morathii miró a su "hijo" (se resistía a llamar así a ese engendro hasta en su fuero interno) mirándolos con recelo, y le dedico una de sus mas repulsivas sonrisas solo a él...
-¿Molesto? no era mi intención fisgar en tan patéticos pensamientos, lo prometo, habría preferido ignorar que una criatura que salio de mi se "enamoro"- la mayoría hizo una mueca de asco nada mas e escuchar la palabra...
-Se enamoró y de una humana, que bajo has caído humanito, no quiero pensar en como la estará pasando el pobre de mi hijo...pero en fin... no venimos a hablar de tus..."interesantes actividades...- Morathii calló de forma pasiva y se escucharon las risillas depravadas y burlescas que soltaban los gemelos, como un par de niños con juguete nuevo.
-Nuestra visita es a causa de ciertos rumores, involucran muerte mucha muerte, me parece que ese maestrillo tuyo ha estado haciendo un buen trabajo... ¿porque no nos cuentas esos deliciosos planes de muerte y sangre?- prosiguió ella mientras se acercaba un paso a la abominación... Enseguida Ludwig retrocedió un paso, su mirada seguía siendo recelosa, pero ya no había absolutamente ninguna confusión presente en su mirar...para el todo estaba claro.
-Ustedes no deberían estar acá, ¡Fuera de acá! no tengo tiempo de lidiar con ustedes y lo que pasa aquí no les incumbe ¡adiós!- parecía mas asustado que enfadado y su voz tenía un matiz de desesperación.
Aun así Morathii se molestó...
-¿Como te atreves a hacer eso con tu madre?- le dijo en tono amenazante.
Ludwig le dirigió una mirada de desprecio, altiva...
-Tu nunca hiciste nada por mi, me has despreciado desde que nací... ¿Porque iba yo...- Su frase quedo interrumpida una figura oscura sujetó su cuerpo inerte antes de que cayera al suelo...
Malekith habló...
-Gracias Drysha por ahorrarnos la inútil demostración de ineptitud..- indicó tranquilamente mientras se sentaba sobre una rama baja de un árbol retorcido... Desde la punta del árbol, las flores comenzaron a marchitarse...
-Si, este inútil de nada nos iba a servir, mejor hablo con "mi hijo"- Morathii se acercó caminando lentamente hasta donde estaba Drysha sujetando el cuerpo inerte del menor de sus hijos, su vergüenza...
En cuanto llegó a el extendió una mano enterrando profundamente los dedos en el cuello del inconciente chico, el cuerpo se sacudió violentamente en espasmos de dolor antes de quedarse completamente quieto...
-Déjame hacerte un favor hijo Mio...-
Morathii observó como el cuerpo inconciente iba cambiando su fisonomía rápidamente, antes de que trascurriera un minuto, el cuerpo hubiera cambiado al completo, dejando atrás la horrible apariencia del humano, para dar lugar a la grácil del elfo...
Lentamente el elfo abrió los ojos... Y se levanto, estiró alguna de sus articulaciones y sin una palabra saludó a su familia con una sonrisa taimada y postura arrogante...
Morathii observó a su hijo, orgullosa y a la vez más rabiosa que nunca a ese parasito humano que su hijo se veía obligado a soportar dentro...
Casi le daban ganas de patalear a causa de la rabia que ello le causaba, mirando a su hijo, se notaba a millas que habría sido un elfo prometedor, su aurora oscura era amedrentadora, su mirada malvada implacable...
El habría sido su sucesor...
¡Y maldita sea, no lo sería por culpa del maldito parasito que invadía su cuerpo!
Como una asquerosa garrapata inútil...
-Bienvenido seas Luthakith... Creo que tienes mucho de lo que hablar...- se decidió a hablar finalmente, con una sonrisa de satisfacción que le fue devuelta por su hijo...
Quien se rió acto seguido y se puso "cómodo" para hablar...
Todos los elfos centraban su atención en Luthakith, cuando escucharon un jadeó entrecortado...
Todos se giraron a ver de donde provenía tal sonido...
Enterrado en el fondo del alma de uno de aquellos elfos, una esencia y corazón humanos lanzaron un grito agónico...
¡Por favor que no fuera ella!

¿Qué es lo que desea el corazón roto de la muñeca?
¿Morir?
No; solo desea agrandar un sufrimiento que le permita remitir aquel dolor; lo único que desea, es dejar de sentir como aquellas espinas se pinchan en los espacios que aún no han sido destrozados, quebrantados limpiamente como si de cristal fino se tratase, pero ella sabe que tiene que vivir con aquella maldición que él le ha regalado: La mas dulce maldición que le otorga un vino exquisito, una fragancia destructora, pero que, al igual que todo lo que ha sido tiene un final y éste éxtasis ha terminado, no logró llegar al fondo, la botella cayó de sus manos (o tal vez algún monstruo invisible se la arrebató) y ahora se lamenta, pues, no alcanzó a degustar aquel éxtasis infernal como hubiese deseado…

Jamás debí haber mordido la manzana, mi edén se volvió mi infierno.
Ya no estaba dispuesta a derramar ni una lágrima más, tampoco podía hacerlo, ahora el sufrimiento se había vuelto interno, desgarrando cada sano sentimiento que antaño me provocaba la satisfacción por algo, aunque mínimo fuese; hoy, era distinto, hoy, lo que me rodeaba era un infierno penetrado en carne viva, sin refuerzos, sin reparos.
Mi único pecado era vagar por estas tierras sin sentido ni prejuicio, un alma en pena, un fantasma que observa el tiempo pasar delante de sus ojos sin poder hacer nada.
Aquella marioneta automática que representaba mis actos día a día simplemente no era yo, lo que fui ya no existía mas que en una mínima que cuan llama ardiente se extingue por falta de oxígeno.
Contaba profundamente con que aquel purgatorio personal terminara pronto, aunque no sabía cuando pudiera mi cuerpo olvidar sus caricias, mis labios olvidar su sabor, que mis ojos ya no anhelaran la claridad prohibida de su perfección y mi alma no lo añorara en todos los sentidos.
Yo sabía, y confiaba de forma arrogante en mi fortaleza propia que no había anticipado esto. Habían pasado días y era incapaz de pensar en él sin que nuevamente la herida empezara a sangrar a borbotones, pero esto algún día habría de terminar.
Ludwig era lo que en sueños había deseado, lo que había buscado y, esperanzada me sentía al pensar que era aquel monstruo interno quien le obligaba a odiarme, a disfrutar de mi tortura…
“Adivina que, yo soy el monstruo…despídete de tu Ludito”
Su voz suave y sensual perforaba mis oídos interrumpiendo repentinamente todo sentimiento de agonía para volverse una revolución constante, una lucha entre lo bueno y lo malo.
Enfoqué dudosa el panorama presente.
Una playa de aspecto mortuorio cuyas arenas se mostraban grises, había llegado aquí sin saber porque. Los músculos de mi rostro se contrajeron en una leve sonrisa que alegría no mostraba, mas bien era el atisbo de la adrenalina, de tocar lo prohibido y sentir en cada vena el acenso del peligro, mis instintos luchaban contra mi locura para sacarme de allí, sin embargo se mostraban débiles, insensatos.
Mi corazón dio un vuelco cuando cavó a través de los recuerdos y encontró los vestigios casi olvidados de un primer encuentro, una batalla confusa que en ese momento había sido el principio de un juego de niños, después avanzó más hacia el presente y se encontró definitivamente cara a cara con el monstruo, con la traición y el desengaño.
Respiré profundamente, la sal de mar y la humedad quemaron en mi garganta al retenerse en ese nudo que se formaba, pero seguí adelante.
Caminé abriéndome paso entre la maraña oscura del dosel de los árboles, mis pies conseguía abrirse paso entre las raíces salientes de aquel bosque sin tropezar, y cuanto mas me adentraba en la penumbra la luz del día junto con su seguridad y calor se sofocaba dando paso a un abismo aventurado.
El latir de mi corazón y el murmullo de mis pasos se volvieron una cacofonía ofensiva para el silencio que había reinado hasta entonces y mis oídos no se deleitaron con el murmullo del bosque, no había sonidos en realidad y cuanto más avanzaba la floresta se mostraba cada vez mas muerta.
Risas estridentes, crueles y afiladas como cuchillos mortales me hicieron detener en seco bajo un estremecimiento; me acerqué con cautela y me oculté detrás de un árbol asomando apenas la cabeza para observar el origen de aquel espectáculo que pese al desastre que presagiaba me incitaba a ser presenciado, me atraía como una gran fuerza magnética.
Eran las criaturas mas hermosas que jamás había visto, sus finos rasgos les daban una apariencia mas allá de lo perfecto y sus movimientos gráciles parecían una coreografía ensayada especialmente para un drama teatral. Parecía imposible que tan belleza abrumadora pudiera vaticinar el sabor a muerte y la sensación devastadora de la destrucción.
Clavé desesperadamente la mirada en ellos y entonces, volvieron al mismo tiempo sus cabezas en la dirección donde me encontraba, ahogué un grito cuando sus ojos febriles me miraron.
Me escabullí detrás del árbol lo más rápido que pude, sintiendo el golpeteo desenfrenado de mi corazón golpeando mi pecho.

¿La muñeca desea morir ahora?
No. Ella quiere vivir para enorgullecerse de haber superado sus lamentos y sus penas. Ella pretende ser fuerte y no dejar que sus sentimientos nublen su vitalidad…

Los elfos vieron todos al mismo tiempo a la tierna y deliciosa criatura que los había estado fisgando desde las sombras...
-Ohh ohh, mala, mala criaturita... ¿Acaso no te enseñó a no espiar tu mamita?- Dijo lascivamente Ethanee apareciendo de pronto junto a la humanita, Ethanii lo siguió de cerca, una copia exacta de su hermano pero en femenino...
Apareció detrás de él abrazándolo por lo hombros, Ethanee giró la cabeza y Ethanii atrapó sus labios con ferocidad, se besaron libidinosamente junto a la humana, y cuando por fin se soltaron... Ethanii se lamió los labios y Ethanee miró a la humanita con lujuria mientras se inclinaba para deslizar su lengua por todo el cuello de ella...
-Es deliciosa hermana...- dijo con su voz tan bella y distorsionada...
Drysha caminó hasta apoyarse desinteresadamente sobre un árbol, Arathan sacó una alabarda y la comenzó girar en torno a ella, de su mirada parecía decir claramente "umm ¿Como la voy a destrozar?" Malekith le dirigió una mirada interesada a la chica.
Entonces se escucho una carcajada, mientras nadie reparaba en ellos...
De pronto Luthakith se encontraba bajo el pie de su madre, ella se reía a carcajadas, la extraña escena llamó la atención de todos que casi olvidaron a la humana...
-Jajajaja, ¿Problemas con el humano hijo? Contrólalo mejor, jajaja ¿Así que esta es la pequeña?- Dijo Morathii mientras se acercaba lentamente a la humana, enseguida Ethanii y Ethanee se separaron de ella...
Morathii caminó lentamente rodeando a la humana, acorralándola, aun así... La humanita no parecía en exceso atemorizada, Morathii echó un vistazo a su hijo Lut... Aun postrado en el suelo, incapaz de levantarse producto de la fuerte pelea interna que se estaba produciendo en su interior...
Un elfo oscuro tiene pocos sentimientos, y todos turbios y distorsionados... Pero una de las cosas que siempre tienen en consideración es a su familia. Por ello no había nada que Morathii deseara más que sacar a aquel cruel engendro del alma de su hijo...
Y ahora, vio en aquella estúpidamente valiente y atrevida humana, una oportunidad para ello. Nadie se percató de la oscura mirada que intercambió ella aparentemente con el bosque...
Una sonrisa guasona recorrió su rostro antes de que ella tomara el cuello de la humana y la impactara contra un árbol...
Todos los demás elfos rieron a carcajadas cual hienas del África...
Todos excepto aquel que intento quitar a Morathii del camino, Luthakith, sólo que ya empezaba a no ser él mismo.
-No...a...ella- espetó con furia jadeante, gotas de sudor recorrían su rostro humedeciéndolo y denotando el esfuerzo que le costaba aquello.
Morathii gritó con furia haciendo estremecer a los presentes, y la lanzó una descarga oscura que inmediatamente dejó inconciente a su hijo.
Con Luthakith fuera de juego, Morathii volvió a girarse con rabia asesina hacía la humana; Sus facciones dementes la volvieron de la más bella y fría criatura, a la horrible y agresiva que en realidad era, era el rostro de una bestia.
El rostro de la muerte...

Correr era inútil, esconderse mucho más.
Así como la belleza bañaba el cuerpo de los elfos y sus sonrisas llenaban sus rostros de una hermosa alegría imitada (o una alegría a su propio modo), la crueldad se anunciaba anticipada contrayendo sus facciones finas en expresiones sagaces y crueles; resultaba increíble que los seres mas hermosos que habían pisado la faz de la tierra fueran también las mas inhumanas y malvadas criaturas.
Ellos vendrían a por mí, podía leer el deseo de la destrucción de mi propia alma y cuerpo en sus ojos y sabía que sus corazones se llenarían de euforia y emoción cuando mi agonía deleitara sus oídos, era lo que esperaban, un montón de cazadores sobre la presa más fácil.
En estos momentos era cuando destetaba ser tan pequeña, tan frágil. Una humana demasiado simple y tonta.
Pensé usar la desaparición pero mi mente estaba concentrada más en una lucha por mi propia vida que en la forma más sutil de escapar.
En un abrir y cerrar de ojos uno de los elfos apareció a mi lado, era mas hermoso incluso de cerca; después otra de ellos le siguió, parecía una copia del anterior aunque con los evidentes rasgos de una fémina; mientras concentrados en lo suyo, metí mi mano derecha en el bolsillo buscando mi varita con desesperación, mi mano se cerró alrededor de esta con fuerza, era imposible que yo sola pudiera con todos, pero estaba segura de que no caería sin haberlo intentado al menos. Maquinaba los hechizos en mi mente cuando un tacto cálido y húmedo sobre la piel de mi cuello me hizo estremecer, y me aparté un poco del elfo haciendo una mueca de asco y cuando alcé la vista otros de ellos se habían unido a la reunión y fui su centro de atención hasta que una estridente y melodiosa carcajada les hizo volverse de nuevo al claro; también miré como la mujer mas adulta se volvía contra uno de los suyos pero, mis sentidos estaban tan aturdidos por el sonido de su voz, mi miedo interno e ideando una forma de salir como para prestar atención a sus palabras, entonces avanzó hacia mí con la lentitud y elegancia de un felino, retrocedí un pequeño paso con mis temblorosas piernas que eran incapaz de moverse un centímetro más.
La mujer elfo empezó a dar vueltas en torno a mí, lenta y despreocupadamente, pero impidiéndome una salida libre para escapar, me concentré en parecer indiferente, no les daría el gusto de verme asustada, mas débil de lo que en realidad era, y eché un vistazo de nuevo al claro donde mi mirada se encontró por unos instantes con el elfo que yacía sobre el suelo, mi corazón se encogió de dolor por alguna razón que no reconocí y sentí lástima por el él, una oleada de tristeza me invadió repentinamente, quería estar a su lado, me atraía mucho más que los otros, tal vez porque el parecía inofensivo desde ahí, o porque era él único que no había venido a buscar la forma mas divertida de torturarme…
Empezaba a preguntarme cuando empezaría y esperaba que terminara rápido, apenas una sonrisa triunfante recorría mis labios al darme cuenta que cualquier dolor superficial no se compararía con el que sentían mi corazón y mi alma por él y que ya no iba tener que lamentarme más su pérdida, el desprecio que sentía por mí pintado en su mirada, los elfos iban a hacer que aquel sufrimiento terminara y ya no sabía si de verdad quería oponer resistencia o dejarme llevar…
De pronto, sus uñas como garras afiladas se cerraron sobre mi cuello impidiéndome respirar y entonces sentí que volaba por los aires hasta detenerme cuando impacté contra un árbol golpeándome fuertemente en la espalda y en la cabeza, un grito desgarró la tranquilidad del bosque y supe que era mío cuando sentí el ardor en mi garganta. Me llevé la mano izquierda a la cabeza que empezaba a darme vueltas, hice un gran esfuerzo por mantenerme conciente aunque las figuras empezaron a tornarse borrosas y móviles, lo único que percibía con claridad eran las risas cruelmente divertidas de los espectadores. Cerré los ojos con fuerza y cuando los abrí nuevamente estaba frente a mí ya no el hermoso rostro de la mujer elfo si no un monstruo que me miraba con odio personal, vi en su espantosa sonrisa que no iba a ser tan rápido y simple como yo esperaba, si no que iba a ser la peor y más terrible experiencia de mi vida, la última también.
Me obligué a pensar en Ludwig como mi Lud aunque fuera por últimas vez…
— ¡Expcto Patronum!
Una lechucita plateada voló en una embestida hacia la monstruosa criatura.

Había observado desde las sombras todo lo que sucedía, como era común... Yo siempre resultaba una mejor carta a jugar si me mantenía oculto ya que mi esencia, aun superficialmente la de un alto elfo, me permitía mezclarme con mis enemigos siempre que fuera oportuno...
En aquel claro ocurrían situaciones de lo más interesantes, especialmente me sorprendieron dos detalles...
Por su descendencia y aun más así, su esencia personal, Luthakith debiera ser un elfo poderosísimo, lo suficientemente fuerte para sacar del camino al humanillo estúpido que tenía parasitando en su interior.
Sin embargo, el humano no sólo seguía allí si no que además lo superaba en ocasiones.
El otro asunto interesante era la humana esa que tanto parecía interesar a mi "hermano", tenía algo en su mirada, un valor, una inocencia y una templanza verdaderamente deliciosas... Realmente entendía que mi hermano gustara de ella, ensuciar un alma tan valiosa seguramente era más exquisito que el mejor elixir.

No me pasó en absoluto desapercibida la mirada que me dirigió mi madre, y en los pérfidos rincones de mi mente enseguida supe que pretendía y cual era su plan.
No quedó más que esconderse en la penumbra de noche sempiterna, y seguir el susurro de los acontecimientos presentes, en una cacofonía tribal hasta que fuera mi turno de entrar en acción...
Y vi muy bien mi oportunidad cuando ella lanzó un "Expecto Patronum" que molestó a los demás y los hizo cerrar los ojos retrocediendo, algunos verdaderamente molestos, otros tan sólo fingiendo... Como Morathii y Malekith quienes al haber sido antiguamente altos elfos como yo, eran perfectamente capaces de soportar uno o varios Expectos Patronum, no así con el resto de mis hermanos, nacidos en la oscuridad, a quienes la luz y la bondad del hechizo les resultaba insoportable...
Por ello ninguno realmente vio cuando yo tomaba a la humanita por detrás tapándole la boca, y me largaba de allí... Lejos de los "malos" elfos.
Puede que quizás Drysha con su sentir de asesina se percatara de mis pasos llegando y alejándome, pero ya todos estaban acostumbrados a no cuestionar mis acciones, siendo el hijo de más confianza de Morathii, nuestra madre.
Corrí lejos, más lejos, llevando a la humana hasta un lugar que le parecería seguro, esperaba que fuera una carrera rápida y tranquila, en el camino sin embargo su espíritu alto de guerrera, logró que, cansado de correr por allí con un bulto que me pateaba cada tres pasos, la dejara inconciente de un golpe en la nuca.
Por tanto, al llegar a un nuevo claro, muy lejano al anterior, no me quedó otra que recostarla suavemente sobre un mullido helecho, y sentarme en las raíces junto a ella.
Ahora tendría que esperar que despertara, y mientras los segundos se hacían minutos demorando la hora del primer encuentro, saqué una antigua flauta de los pliegues de mi ropa, una flauta que traía recuerdos de días casi olvidados para mí... Y con suavidad, acariciándola con cuidado, y soplando con delicadeza, logré que mi antigua amiga reprodujera una antigua y bellísima canción. Casi en trance dejé mi yo actual y volví al yo olvidado un papel perfecto basado en una antigua realidad.

Mi ojos se abrieron lentamente en el resplandor, reconocí de inmediato el especto patronus de Alex...
Esperé expectante a que el resplandor se esfumara, y entonces escruté ansioso, Alex ya no estaba... Había escapado y la mirada de los elfos del claro recaían todas sobre mí, ninguno de ellos había ido tras ella, suspiré con alivio, solté la presa que con tanto empeño mantenía junto a mí y me dejé ir... simplemente me perdí en mi mismo de nuevo... Dejando que el elfo tuviera su pequeña "reunión familiar"

Por fin ese humano agotó sus energías, maldita y patética criatura, no podía creer que no hubiera sido capaz de controlarlo, ahora acababa de avergonzarme a mí mismo frente a la familia.
Dirigí una mirada llena de rencor al suelo, y dejé escapar toda mi esencia aplastando todo lo posible al patético humano, Las plantas y árboles a mi alrededor se marchitaron, abrumadas por la maldad del ambiente.
Apretando los dientes dirigí la mirada a mi madre, su mirada era malvada y severa, yo me limité a inclinar la cabeza frente a ella, era consciente que merecía un castigo y lo aceptaba de buen grado, maldito y patético humano, ya me las pagaría...
De pronto sentí la mano de mi madre sobre mi cabeza, sus gélidos dedos en contacto con mi piel, sus afiladas garras listas para desgarrar... Se deslizó hacia un lado y... ¿Me estaba acariciando? levanté la vista mirándola extrañado...
-Mi pobre y pequeño hijo, teniendo que lidiar con ese asqueroso paracito, cuando lo siento cariño mío... Ahora, nosotros vinimos por un motivo, ¿Porque no nos cuentas esos grandiosos planes de los que eres participe hijo mío?- pude ver su mirada saturada de maldad, supe enseguida que no era ninguna clase de clemencia la que la empujaba a ser "compresiva" era el ansia por obtener algo más ventajoso que la tortura, por lo menos de momento...
Una media sonrisa, replica de la de mi madre apareció en mis facciones mientras le comentaba todo el plan, cuando por fin terminé, las carcajadas estremecedoras de todos mis "familiares" inundaban el claro...
-Ahh magnifico... Simplemente magnifico... Ese maestro tuyo, siempre tan inteligente... Aunque tan avaro, queriéndonos dejar fuera de toda la diversión, pero ya nos encargaremos de eso... Kouran se encargará de eso... Ahora hijito mío, hace tiempo que no probamos ninguna forma de sacar esa peste de tu cuerpo, me pregunto si ahora que están más grandes ¿Será más fácil?... Ven tus hermanitos nos ayudaran...- Morathíi se giró con media sonrisa y yo me quedé helado en mi sitio, hora de revivir la pesadilla, mi madre sabía de sobra ya que ninguno de sus métodos funcionaban, era hora de mis castigo...
Y el único consuelo que había en mi mente mientras avanzaba al centro del claro, como para ser devorado por los leones... Era que al patético de Ludwig, le dolería más que a mí, siempre le dolería más que a mí... Débil y penoso humanillo

Morathii ya estaba cansada, sabía de antemano que nada de ello serviría, pero no podía dejar de querer sacar aquello de su hijo, no podía evitar querer librarlo de la maldición que llevaba, además aunque fuera sangre de su sangre.
Ver el sufrimiento siempre era taaaan gratificante, sobre todo cuando su hijo se quedó sin energías y volvió a tomar el aspecto de un humano... De ese tal Ludwig.
Cuando Morathii y los demás se cansaron de intentar con la magia, prosiguieron con el castigo físico. Sabían que no podían matar al humano, no a este, por lo menos no mientras su madre aun conservara la esperanza de salvar a su hijo de allí.
Pero ello no indicaba que no pudieran divertirse con el, y era tan divertido escuchar sus cetrinos chillidos de dolor...
Nadie era mejor en la tortura que los elfos oscuros, nadie...
Y cuando el sol comenzó a elevarse, ya los elfos quisieron ir a descansar, habían sido días agotadores los últimos, a pesar de ser mucho mejores de lo que solían ser...
Sin siquiera una despedida dejaron al estúpido humano abandonado en el bosque. Completamente destrozado tanto espiritual como físicamente... Era tan patético, con lágrimas de dolor y de humillación recorriendo sus mejillas... Tan insoportable.
Morathii le dio a espalda a la criatura que contenía a su hijo, a su hijo sin tan sólo dar un vistazo atrás, no lo habían matado y los parásitos humanos de alguna forma siempre encontraban algún modo de sobrevivir, tan difíciles de eliminar como la mala hierva y tan desagradables como ella…