No eras tu exactamente lo que estaba buscando [Dario]

Un par de horas pasado el toque de queda salí de mi cabaña para dar un pequeño paseo por los alrededores; me parecía absurdo tener que estar temprano dentro de mi habitación como niña buena preparándome para dormir y tenía la necesidad de romper aquella nueva regla que los profesores habían citado, si... era como si la hubieran puesto para que alguien se atreviera y yo era la que lo hacía.
¿Porque? no lo se... distracción quizas.

Ultimamente tenía mas deseos de efectuar lo prohibido, necesitaba correr algun riesgo, hacer alguna locura que no fuera estupidez, me sentía como una niña que quiere correr antes de caminar. Varias veces tuve que retener mis intentos de hacer algo "divertido" por Kosroes, tenia que admitir que el era el unico que lograba hacerme sentir la verdadera verguenza y no se como lo lograba, pero siempre lo hacia.

Ya había dado una vuelta a toda la isla y nada, no había nadie que intentara detenerme o alguien que tenia mis mismos deseos de vagar en aquella noche cálida y estrellada, bajo la luz de la luna. No... Greenwitch parecía decierta a excepcion de los ruidillos de los animales de la noche y alla a lo lejos el murmullo de un mar tranquilo...

Cuando la punta de una varita se hundió sobre mi espalda me atreví a sonreír cínicamente, esperando a continuación que aquella descarga de adrenalina se desatara y empezara un pequeño duelo de diversión, algo entretenido antes de dormir no le venía mal a nadie. Sujeté mi varita dentro del bolsillo de mi pantalón dispuesta a sacarla en cualquier momento, estaba desesperada por que el detonador estallara, pero aquel desconocido que me tenía en cierta forma "atrapada" no hacía nada, muy diplomático paras mi gusto...

Su voz masculina rompió el silencio y se internó en la noche...
Joven, bondadoso y muy simple hizo que las comisuras de mis labios se curvaran hacia abajo decepcionada, anticipando que no habría nada que hacer mas que dar la vuelta y regresar a la cabaña con el ceño fruncido y demandando blasfemas a regañadientes. Había reconocido su voz, su forma de hablar aunque solo una vez en mi vida se había dirigido a mi pero como olvidar al amable joven de la mazmorra que parecía ser el unico que tenía modales por voluntad propia.

-Buenas noches... Salamualaikum, Dario-dije mientras sacaba mi varita y me giraba lentamente para tenerlo de frente-soy... Alexia y solo estaba dando un paseo... nada malo. -Asentí con la cabeza a modo de saludo y con el costado de mi varita aparte la suya un poco, no me hacia gracia que me estuviera apuntando con ella-Tendría la bondad de bajar su varita? por favor.

Le devolví una sonrisa cortes, no lo conocía, solo le habia visto una vez, pero me parecía que Dario era una agradable persona asi que abandoné todos mis intentos de parecer indiferente o estar a la defensiva.

-Em... nada en especial, estaba aburrida y decidi salir a tomar un poco de aire-respondi dudosa, no le iba a decir que andaba buscando problemas para mantenerme distraida, pensaría que estaba chiflada si es que no lo pensaba ya. -Y usted que hace por aqui? -inquirí con curiodidad- es raro verlos... de hecho pensé que se habían marchado.

Apartpe la vista de él para ver la banca que señalaba, me mordí el labio, insegutra, no sabía si quería seguir ahí puesto que mis planes habían sido arruinados por el primo de Kosroes, sin embargo la idea se me antojaba, el sembraba curiosidades en mí, además tenía conocimientos de los cuales me gustaría aprender.
Asentí con la cabeza y caminamos juntos hacia aquella banca, me senté a su lado y mantuve la mirada al frente, viendo nada.
-De que... quieres conversar... Darío?-pregunté titubenado, me era extraño llamerle de "tu" pero era lo que había pedido.

-trabajar en equipo... -murmuré para mi misma.

Sonreí sin saber porque, era una sonrisa ironica y no de júbilo, sentía como si hubiera entrado en un juego nuevo, uno juego muy divertido, o tal vez solo estaba lo suficientemente loca y quería echarme a reír porque si. No reí, me mantuve igualmente seria y medité la respuesta, lo que debia o no contar y que era lo que deberia el saber que ayudara en nuestro "trabajo en equipo" ¿Que era lo indispensable?

-De mi, exactamente no hay mucho que saber, soy del país de México de la familia Maysonet, enfermos cazadores de vampiros y otras criaturas... mientras no sean humanos. Estudio en Greenwitch desde los 11 años pese a las contradicciones de la familia; después de ahi no hay nada relevante que creo se merezca saber... tal vez... que acudí con el profesor Kosroes por que quería aprender de el para vengarme de alguien y ya no ser la victima de los demas, considero que es el único por aqui que tiene verdadera madera de profesor y no se soprende facilmente, es exigente, pero no me importa, si fuera sencillo no valdría la pena y la verdad no se porque el acepto enseñarme, es que es un poco... es dificil describirlo... y bien... ahora es tu turno de contarme sobre ti, utilizare tu misma excusa, además tengo curiosidad por ustedes-me encogi de hombros.

Me frustró lo poco que había que había mencionado, me pareción una injusticia, mas no supe porque, tal vez era porque esperaba que dijera algo mas que realmente valiera la pena escuchar.
-¿Solo eso? -expresé exceptica en voz alta.
Entrecerré los ojos un poco disgustada, de verdad quería saber, no me creía que esos aurores eran tan simples, me giré por primera vez para verle a los ojos, de alguna manera exigiendo la respuesta que quería, entonces le vi hacer una mueca que afiguraba dolor, suvicé mi expresión y esta vez me mostré menos dura.
- ¿Te pasa algo? -inquirí sin poder ocultar preocupación alguna.

Suspiré; era inteligente y observador, tenía sentido intuitivo y la forma en como decía las cosas era algo que merecía la pena escuchar, Darío parecía tener las mismas filosofías de Kosroes, o al menos parecidas, sin embargo era mucho mas dulce su forma de hablar que no me hacía avergonzarme ni en lo mas mínimo.

-Solo te he dado la información que creí mas... "importante"-le dije con voz serena y calmada- no se que es lo que esperas escuchar... solo pediste que te contara de mí, lo hice, pero nunca precisaste que es exactamente lo que quieres saber, si puedo decirte... lo hare. -Me esforcé por sonreírle- Si se supone que hay una confianza "mutua" entonces no uses excusas que funcionan poco para sonsacarme.

Asentí lentamente con la cabeza, un poco mas satisfecha que antes, sin embargo Darío sabría que no era suficiente, pero lo que ambos sabiamos era que mi turno de hablar habia llegado, y asi como el habia cedido tendría que hacerlo yo igualando su historia, pero yo no sabia hasta donde seria capaz de detenerme o que tan bien podria dejar ocultos aquellos sentimientos.
Trague saliva, la idea en si me aterraba.
Retorcí mis manos sobre mi regaso con nerviosismo clavando los ojos en el suelo conforme acomodaba mis ideas, al final alcé nuevamente la mirada y torci el gesto tomando aire, como si fuera a enfrentarme a una lucha mortal, controlarme era mas dificil cada dia, y en ocasiones me sentia a punto del colapso, fingir estar bien para los demas era agotador, y ahora, ni siquiera la noche cuyo silencio habia sido roto por nosotros dos, vagos intrusos en el nocturno ocaso...
-Sobre la familia mia no hay nada mas, es como si nunca hubiera pertenecido a ellos; sobre Alex podria decir que no siempre fue la persona que vez ahora, Alexia solia ser... diferente, una sonrisa no necesitaba ser fingida, conocia la alegria y creia que era feliz, vivia el dia a dia simple, sin contradicciones, casi parecia una niña...-en ese momento, senti como mis labios se curvaban hacia arriba de forma inconciente al recordar... quidditch, skate, amigos, surfgest, banda-pero este año las cosas se volvieron diferentes y... conocio el amor, o lo que ella pensaba que era amor, la muy tonta se enamoro de la persona equivocada, alguien que le hizo ver que seguia siendo una niña cerrada... la pisotearon, la humillaron y fue ahi cuando fui a pedir la ayuda de Kosroes, no queria que volvieran a verme la cara, ya no queria ser debil... y lo considere la persona adecuada, quiero venganza, y no se trata unicamente por despecho, él, Ludwig es un monstruo que hay que eliminar... sin embargo, en mi interior algo me dice que no es malo... es tan confuso y a veces pensar que hay que acabar con el me duele, es que creo que lo sigo queriendo... pero tambien hay que aniquilarlo antes de que sea mas tarde.
Me calle subitamente cerrando los ojos y respirando profundamente para controlar mis emociones, cruce fuertemente los brazos sobre mi pecho y cuando abri los ojos otra vez el panorama se habia nublado, me limpie precipitamente los ojos y añadi.
-Eso es basicamente... todo. Por eso me converti en un... zombi, que patetico ¿no?

Con la mirada perdida me quedé observando un árbol distraídamente; una melodía sonaba en el fondo de mi cabeza, era una musica melancólica que dejaba marcado el reflejo amargo de un alma cuyo futuro pende de un hilo... un balancín que no decide a donde caer o siquiera si va a caer.
La música calló ipso facto cuando la voz de Dario titubeó algo que me sacó de mi ensimismamiento, su tono había cambiado, me pareció que había abandonado aquel tono formal que le había escuchado hasta entonces, me hallaba frente a él observándolo como si apenas me diera cuenta de que él estaba ahí, y cuando enfoqué su rostro no encontre la cara de un hombre, si no la de un extraño amigo.
¿Cuantas veces había escuchado lo que acaba de decirme? ¿Alguien no lo había mencionado antes? Si... creo que lo recordaba, pero ahora esas palabras no me habían sonado huecas y vacías, eran pocas, sí, pero esas pocas estaban llenas de significado, un significado mas allá de cualquier contexto que se pudiese expresar, mas bien se podía sentir.
De pronto, me hallé tan cerca de él, entre sus brazos y cuan niña pequeña en busca de los apapachos de su madre me dejé llevar por la la calidez de aquel abrazo avergonzándome de mí misma, por ser tan débil que necesitaba de aquelloy dejarme llevar por mis sentimientos, sin embargo sentía que ya no podía mas y no me vi capaz de ceder a él como si desde hace mucho tiempo hubiera estado esperando y deseando una mano sincera, como la suya.
Apreté los ojos para no llorar pero fue inútil y apenas sentí el cosquilleo de una lágrima silenciosa rodar por mi mejilla y morir en la tela de su túnica, a hurtadillas me llevé una mano al rostro y la limpié.
¡¿Que te sucede, Alexia?! me reprendí a mi misma, furiosa, me aparté lentamente de él y clavé la mirada en el mármol de la banca.
-Perdón, Darío...-tuve que disculparme-tu no tienes la culpa, detesto esto-bufé moolestas frunciendo el ceño a la banca-lamento haberte hecho pasar por esto... no volvera a suceder. Sabes... agradesco tus palabras, yo me entiendo... y no es mi intencion enmascar mi ser, como tu lo llamas, pero no se otra mejor manera de... sobrevivir...

Su frase resonó en mi cabeza como si su voz hubiera sido aumentada varios tonos, fuerte… clara… concisa, pero aunque la verdad dura sea es el mejor regalo que un hombre puede otorgar a otro.
En un sentimiento profundo volví a hundirme en mis pensamientos, dándome cuenta cuanta razón él tenía, que era lo que estaba mal y lo que estaba bien.

A medida que el tiempo pasa, la vida del ser humano se va consumiendo, cada minuto… cada segundo; es un ser mortal, sin remedio y he ahí la razón de porque debemos vivir nuestra vida con gran intensidad: porque solo hay una y suele ser demasiado corta.
¿Qué había hecho de mí? Un errante pensamiento me había consumido hasta el punto de hacer de mí un nada, un alma vaga en el mundo físico…
Abrí los ojos, literalmente; y ahí estaba yo, aún confundida pero a sabiendas de que era el efecto del despertar de un profundo y amargo sueño… una mala pesadilla.
-Tu tienes toda la razón-fue lo único que pude decir después de un largo silencio.
Sonreí, y dentro de mis venas sentí una extraña euforia disipando toda pena de antaño como si fuera el mismo fuego que ardía y quemaba por dentro, haciendo cenizas lo inservible.
Las caricias suaves de Darío estaban ahí, su abrazo se me antojaba protector, delicioso, sincero y su voz suave, susurrando a mi oído me pareció un bello cantar arrullador y conciliador.
Me regocijé en él, cerrando los ojos con tranquilidad, esta vez solo por deseo y no por lamento lastimero.
No supe cuanto tiempo permanecí ahí, tal vez me había quedado dormida, pues por mi cabeza rondaban las imágenes de un sueño bello, uno como no había tenido en mucho tiempo y como hubiera deseado que fuera real.
Me removí en los brazos de Darío entre confusa y amodorrada.
-Demonios… tengo que irme-Era más tarde de ser tarde.
Cuando giré me encontré de cara con su rostro, a un palmo de mío.
Oscuros ojos escrutando mi rostro y dentro de aquel mirar una sabiduría ideal de un viejo pero la ternura de un joven, amplié mi sonrisa, era como en aquel sueño delirante; acaricié la piel morena de su rostro con mis dedos, acercándome, clavé mi mirada en sus ojos, me hipnotizaba a sobremanera…
Terminé rompiendo el poco espacio que separaba mis labios de los suyos, tocándolos con suavidad, una y otra vez disfrutando de aquel sabor que me resultaba familiar o que mi mente lo formaba así, para regalármelo por última vez, un sabor y un deseo que había extrañado…

-Ups-mascullé como niña pillada en plena travesura.
Parpadeé un par de veces, ¿que acababa de hacer? Me separé de Dario lo suficiente como para asegurarme que no iba a hacer otra tontería similar, me mordí el labio inferior para remitir la risa nerviosa que se empezaba a apoderar de mi.
-Fue... ¿Un beso?-pregunté con un toque de ironía en la voz-Em... lo siento... yo... -estaba empezando a ponerme roja-demonios! creo que... debo irme... y lo siento otra vez... Adios!
Me di la vuelta y salí corriendo.